<< De acuerdo, el señorío no se improvisa, se nace o no se nace,
es una de esas cosas que da la cuna, aunque bien mirado, la educación, el
trato, también puede hacer milagros, que ahí tienes, sin ir más lejos, el caso,
de Paquito Álvares, un artesano cabal, no vamos a decir ahora, que de chico
trabucaba las palabras que era una juerga, bueno, pues le ves hoy y otro
hombre, qué aplomo, qué modales, yo no sé qué maña se ha dado, pero los hombres es una suerte, como yo digo, si a los
veinte años no estáis bien, no tenéis más que esperar otros veinte. Y, luego,
esos ojos. Hay que reconocer que Paco siempre les tuvo ideales, de un azul
verdoso, entre de gato y agua de piscina, pero ahora como ha encorpado y tiene más
representación, mira de otra manera, como no se apura al hablar, que habla sólo
lo justo y a medio tono, con ese olor a tabaco rubio, que es un olor, que a mí
me chifla, resulta, es uno de esos hombre que te azaran, fíjate, quién se lo
iba a decir a él. Yo daría lo que fuese porque tú fumases rubio, Mario, que te
parecerá una tontería, o por lo menos
emboquillado, hace otra cosa, y no ese tabaco tuyo, hijo, que ya no se ve por
el mundo, nunca he podido con él, que cada vez que una reunión te pones a liar
uno, me enfermo, como lo oyes, que luego ese olor, a pajas o que se yo, a saber
que gusto puedes sacarle a esa bazofia, que si siquiera fuese elegante o así,
vaya, pero liar un cigarro, lo que se dice liarlo, ya no se ve más que a los
patanes ni los hijos de las porteras, si me apuras, que te queman la ropa y te
pones echo un asco, como yo digo. Claro que dirás tú a ti la ropa qué, que esa
es otra que nunca te dio por ahí, que me has hecho pasar unos apuros, que ni te imaginas, hijo,
siempre hecho un adán, que yo no sé qué arte te das que a los dos días de
estrenar un traje ya está para la basura, que ni sé cómo me enamoré de ti,
francamente, que el traje marrón aquel, el de las rayitas, me horrorizaba, que
yo me hacía ilusiones de cambiarte, pero ya, ya, genio y figura, a esa edad ya
se sabe, romanticismo pero ni tanto ni tan calvo, Mario, calamidad, que bien
poca suerte he tenido contigo en este aspecto, que me has hecho sufrir más que
otro poco>>
Miguel Delibes
Cinco horas con Mario
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